"El salvaje" (Guillermo Arriaga) Subrayadas (115)

12/5/20

Si los Beatles eran la antípoda de mi calle, Hendrix la condensaba en tres segundos.
Mozart con Nietzsche con el dolor de los esclavos africanos con olor a calle con sabiduría con naturaleza con vida con muerte con amor con potencia con fuego con aire con tormentas con Faulkner con Kant. Si Colmillo era un perro lobo, Hendrix era un músico-lobo.

Memento mori, decían los antiguos romanos. Recuerda que morirás. Cualquiera que haya visto morir a un ser sabe que la muerte no llega de manera definitiva y total. La muerte es una oleada de pequeñas muertes. No somos individuos, sino la suma de células que se agrupan para dar forma a lo que creemos es un individuo. La muerte no es sino la muerte de un conjunto de múltiples seres vivos. Los tejidos no fenecen de golpe, sino que van extinguiéndose uno detrás de otro.

La vida es es línea de luz suspendida entre la nada y la nada
saltamos de la oscuridad a la oscuridad
la piedra quiere eternamente ser piedra y el tigre un tigre
queremos ser luz perpetua
pero nos extinguimos
un tigre quiere eternamente ser piedra y la piedra un tigre
en realidad somos eternamente piedras.

Los jesuitas son los únicos ateos que creen en dios.

Se cree en Santa Claus y en dios hasta los ocho años. Después de esa edad rezarle a dios es tan ridículo como esperar que un gordo canoso que conduce un trineo con renos te deje regalitos debajo de un árbol decorado con esferas.

El enemigo más difícil de vencer es aquel que miras todos los días frente al espejo.
Tu enemigo siempre estará convencido de que se halla del lado del bien y que tú estás en el error.

Lo importante no es si te dice o no la verdad, sino si tú quieres creerle o no.

El mundo gira y al girar desgaja la corteza del tiempo. El pasado emerge de los subsuelos y arrastrándose como un lagarto pesado y ponzoñoso mordisquea al presente. ¿O creías que el pasado se queda enterrado para siempre en el cementerio de los pasados? No, imbécil, el pasado retorna cuando menos lo esperas.

La justicia es un aparato inventado por las pirañas del dolor: policías, jueces, abogados, que aguardan bajo el cieno a que las víctimas caigan a la poza para nadar presurosos a engullirlas. Con sus dientecitos afilados arrancan su tajada de sufrimiento humano.

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