12/2/09
Ya no hay tiempo para las promesas. Desde el principio todo es realidad en la música pop de hoy. Jeremy Jay parece saberlo y ha empezado su carrera a lo grande, con dos discos para disfrutar en el presente al máximo, sin importar por dónde irán sus tiros en el futuro. No importa, estos ya no nos los quita nadie.
No se sabe cómo, pero Jeremy está en boca de todos. Y en la de muchos, la conexión estilística con el australiano Robert Forster, uno de los intocables del pop. Eso ya apunta muy alto e invita al seguimiento. Por no hablar de las comparaciones, más o menos puntuales en su música, con Bowie y Morrissey (sobre todo el primero), nada menos.
Lo cierto es que Jeremy Jay tiene personalidad, o más bien, su música la tiene. En un mundo en el que los compositores solistas salen de debajo de las piedras últimamente, él da un toque de distinción al gremio. Su primer disco, "A Place Where We Can Go", salió el año pasado, y sin casi habernos dado tiempo a paladearlo, ya aparece su segunda referencia, "Slow Dance". Y nos vuelve a conquistar, y sin repetirse en exceso, que es lo mejor. Su música mantiene un fantástico balance entre misterio y singularidad, entre romanticismo y decadencia, y te deja una sensación contradictoria de estar escuchando algo realmente fresco y nuevo, y a la vez hay momentos en que parece que retrocedes en el tiempo una pila de años.
En su primer disco cultiva una vertiente más acústica, más lo-fi, con más sabor a clásico de los sesenta, con grandes canciones como "Heavenly Creatures", "Escape To Aspen", "Till We Meet Again" o "Someone Cares" (ojo también con las letras del californiano: nada de relleno para la música), mientras que en "Slow Dance" pega un salto y adquiere un tono new wave ochentero con resultados realmente inspirados (sonido que preparó en su single, no incluido aquí, "Love Everlasting"). Esos teclados neo-románticos que aparecen a mitad de "We Were There" van directos a la neurona del déjà vu más reconociblemente juvenil, aunque la especialidad de Jay continúa siendo esa composición de melodía templada y paisaje suburbano, como de músico callejero que enamora a todo aquel que escucha su sonar atrapamentes. Así son por lo menos "Winter Wonder", "In This Lonely Town", "Breaking The Ice" y "Will You Dance With Me?".
Estos son dos discos de un artista en estado de gracia. Hay que aprovechar el momento de Jeremy Jay como buenos parásitos del pop que somos. Porque si esto va a más, estaremos ante uno de los artistas imprescindibles del nuevo siglo. x Flashboy
No se sabe cómo, pero Jeremy está en boca de todos. Y en la de muchos, la conexión estilística con el australiano Robert Forster, uno de los intocables del pop. Eso ya apunta muy alto e invita al seguimiento. Por no hablar de las comparaciones, más o menos puntuales en su música, con Bowie y Morrissey (sobre todo el primero), nada menos.
Lo cierto es que Jeremy Jay tiene personalidad, o más bien, su música la tiene. En un mundo en el que los compositores solistas salen de debajo de las piedras últimamente, él da un toque de distinción al gremio. Su primer disco, "A Place Where We Can Go", salió el año pasado, y sin casi habernos dado tiempo a paladearlo, ya aparece su segunda referencia, "Slow Dance". Y nos vuelve a conquistar, y sin repetirse en exceso, que es lo mejor. Su música mantiene un fantástico balance entre misterio y singularidad, entre romanticismo y decadencia, y te deja una sensación contradictoria de estar escuchando algo realmente fresco y nuevo, y a la vez hay momentos en que parece que retrocedes en el tiempo una pila de años.
En su primer disco cultiva una vertiente más acústica, más lo-fi, con más sabor a clásico de los sesenta, con grandes canciones como "Heavenly Creatures", "Escape To Aspen", "Till We Meet Again" o "Someone Cares" (ojo también con las letras del californiano: nada de relleno para la música), mientras que en "Slow Dance" pega un salto y adquiere un tono new wave ochentero con resultados realmente inspirados (sonido que preparó en su single, no incluido aquí, "Love Everlasting"). Esos teclados neo-románticos que aparecen a mitad de "We Were There" van directos a la neurona del déjà vu más reconociblemente juvenil, aunque la especialidad de Jay continúa siendo esa composición de melodía templada y paisaje suburbano, como de músico callejero que enamora a todo aquel que escucha su sonar atrapamentes. Así son por lo menos "Winter Wonder", "In This Lonely Town", "Breaking The Ice" y "Will You Dance With Me?".
Estos son dos discos de un artista en estado de gracia. Hay que aprovechar el momento de Jeremy Jay como buenos parásitos del pop que somos. Porque si esto va a más, estaremos ante uno de los artistas imprescindibles del nuevo siglo. x Flashboy
"Heavenly Creatures"
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