"Al margen de los días", de Diego Vasallo A los que leen. Capítulo XXIV

13/1/17

"Al margen de los días" es un libro al que llegué totalmente por azar en una librería de Bilbao. Su autor es Diego Vasallo, mitad del conocido dúo musical Duncan Dhu, y en él encontramos las tres facetas de creación que frecuenta el donostiarra: poemas (englobados en dos partes, "Ensoñaciones" y "Divagaciones"), pinturas (bajo el título "Desgarraduras") y baladas (letras de las canciones incluidas en su álbum "Baladas para un autorretrato", que acompaña y completa al libro en formato cd).

Este autorretrato escrito presenta a un Diego Vasallo empapado hasta los huesos de dolencias sistólicas como el paso del tiempo, la nostalgia, la desubicación existencial, el amor desgastado, el paisaje y el mar, el impacto de los recuerdos, la incertidumbre de lo que vendrá y otras sombrías inquietudes de alguien de su tiempo, de este tiempo, que dedica parte del suyo a reflexionar en profundidad sobre cómo todo se deshace tarde o temprano entre los dedos.

El diseño del libro es atractivo, pero tras la casualidad que me dirigió a hojearlo, lo que en realidad me llevó en segunda instancia a unirme a él y su lectura fue encontrar dentro nombres definitivamente reveladores como Cioran, Baroja, Rafael Berrio o Blaise Pascal, y sobre todo un auténtico arsenal implacable de frases de visión certera que se clavan como una estaca en la cara oculta del corazón. Leer y transitar "Al margen de los días" lleva a un fascinante viaje instrospectivo por anchas veredas empedradas de melancolía, desde luego un botín mucho más preciado del que podía haber imaginado cuando entré por azar en aquella librería de Bilbao. x Fernando SoYoung

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Yo fui alto, bien parecido, sensible,
como todo el mundo.
Y morí joven, 
como todo el mundo.

¿Cuánta cantidad de tristeza hace falta para sentir dolor?

No es que en Menorca alcalce la calma,
es solo que prefiero sufrir la angustia aquí
que en ningún otro lugar.

A mí las excepciones me gustan todos los días.
Por eso me aferro a las normas.

El optimismo me deprime.

El alma:  ese apéndice de lo físico que se amputa
al empezar a vivir.

No me importa hacerme viejo,
siempre que sea
para siempre.

Toda la sed de aventura que me queda
se reduce a bajar a comprar
el periódico.

Que por vivir no pasa nada
y que nada pase no es vivir.

Persigo la verdad
y a su estela de infelicidad.

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