7/3/21
El martes subí al desván y encontré una caja con cosas del tío Paul. Me llamó la atención un libro rojo sin título. Es de un tal Paravadin Kanvar Kharjappali, y se editó en México en 1919. En la primera página pone: "Dios también duda de tu existencia". He empezado a leerlo y me ha fascinado. Dice, por ejemplo: "Lo malo de una masa que grita es que es imposible saber si cada individuo grita porque el resto grita o si estando solos también gritarían".
El lazo más estrecho que puede crearse entre seres humanos es a través del odio a un enemigo común. Por eso, los misántropos nos amamos unos a otros.
Me sorprende tanto que no estemos todo el día matándonos como que no estemos todo el día haciendo el amor.
Para mí la felicidad, sea artificial, temporal o engañosa, siempre es bienvenida. Como dice Kharjappali, vivimos buscando formas de olvidar nuestra vulnerabilidad. Y, si no es Lovedyn, es tequila, mantequilla, un amante, Dios o una guerra.
Ayer jugamos a Los Ancianos que Silban. Le preguntaron a Léon si era egoísta. Él respondió que no. Entonces le plantearon el siguiente dilema: imagina que o Vivian o tú tuvierais que saltar por un precipicio para salvar a la Humanidad. ¿Dejarías que saltara Vivian o saltarías tú? Contestó: cogería de la mano a Vivian y saltaría con ella.
Ya no sé si filmamos lo que hacemos, o hacemos lo que hacemos porque lo filmamos.
Ayer, por primera vez, besé a un hombre que no era Léon. Me arrastré como un imán sin cabeza ni voluntad. Es mexicano, pero vive en Mallorca. Se llama Leonardo. Bueno, le llaman Leo. Estoy a salvo si digo su nombre en sueños.
Me siento culpable de no sentirme culpable. No puedo evitar sentirme feliz. Debería sentir remordimientos. Debería. Pero prefiero seguir el consejo de Kharjappali: "El deseo no es algo que se pueda desperdiciar".
Nunca entendí el impulso de subir a la cima de una montaña, pero siempre entendí el impulso de alejarse de todo ser humano. La tentación de desaparecer sin dejar rastro.
Ayer me di cuenta de que jamás iba a haber una persona que lo supiera absolutamente todo sobre mí. Al principio me quedé desconcertada, luego sentí una especie de alivio y finalmente me invadió una enorme desazón. Luego pensé en esa frase de Kharjappali que me encanta: "La lucidez te sumerge en la oscuridad más absoluta".
El halago es el arma defensiva más eficaz que existe.
Acabo de encontrar una nota que Leo me dejó escondida en el bolso. "Quiero olvidarme de todo el mundo, incluido yo mismo, excepto de ti".
Por primera vez, preferiría la libertad del olvido a la esclavitud de la memoria.
Siento tanta rabia como tristeza. Y creo que la rabia puede mover tantas montañas como la fe, aunque no las lleve a ninguna parte.
K., sobre la muerte: "Si la naturaleza humana implicase vivir para siempre, destinaríamos todos los recursos a descubrir cómo podemos morir".
Hoy encontré la última carta de Leo en un cajón. La que nunca me atreví a abrir. Sigue cerrada. Y en el cajón. No me atrevo ni a abrirla ni a tirarla. Me pregunto cómo estará. Si está vivo, si se acuerda de mí. No sé si me arrepiento de no haberme ido con él. ¿Cómo habría sido mi vida si...?
En la isla de Molokai un anciano murió sin haber visto el mar. La isla tiene unos 600 kilómetros cuadrados. Vivir en una isla tan pequeña y no haber visto nunca el mar me fascina. Creo que todos vivimos en Molokai y estamos rodeados por un mar que no hemos visto jamás.
Resuelvo una incertidumbre y aparecen mil más. Eso me recuerda el epitafio de Kharjappali: "Gracias por todo, Señor. Pero no he entendido absolutamente nada".
"My mexican bretzel" (2019) es una película documental de Nuria Giménez Lorang.
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