"El porvenir no llega, el pasado no importa" (Diego Vasallo) Subrayadas (142)

6/5/22

Demasiado ocio, me dicen, como si encaramarse a un nuevo día no fuese una ardua tarea.

Siempre viene bien un fracaso cercano que acompañe al nuestro.
Así alimentamos nuestra atávica miseria personal, esa bestia insaciable.

Están las aspiraciones, los sueños inalcanzables, la obra aún no realizada, y luego está la vida, con su inmensidad invasora, sus pequeñeces, sus grandezas y miserias, entorpeciéndolo todo.

El aburrimiento purifica.

En verano me baja la tensión. Como posibles causas dicen que están el calor y el alcohol. Debería probar un clima más frío.

Dejarse llevar por el momento, dicen.
Se debe ser flexible, resistente, corno el bambú.
Sí, capto la idea.
Sin embargo, mi naturaleza tiende al tamarindo:
rígido, frágil, indolente, arrugado.

Ya está, al fin sucedió: la vida cotidiana, con su inabarcable catálogo de menudencias ha ocupado todos los rincones de mi existencia.

Ser pesimista me lleva todo el día.

Decía Fernando Fernán Gómez que siempre esperaba ansioso que se suspendiera la función de teatro que tenía programada.
A mí me pasa lo mismo: media vida peleando por conseguir viajes, conciertos, exposiciones, para luego soñar con quedarme en casa.

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