"Una película para cada año de tu vida" (Alejandro G. Calvo) Subrayadas (158)

8/11/23

Las heridas de la infancia son el perfecto germen para las crisis de la mediana edad. (En el comentario de la película "El árbol de la vida", de Terrence Malick).

Es increíble que cuarenta años después mi vida siga dando vueltas alrededor de lo mismo: películas, libros, cómics, discos. (En el comentario de la película "Las doce pruebas de Astérix", de René Goscinny, Albert Uderzo y Henri Gruel).

Descubrir que tus padres no son superhéroes, sino gente normal y corriente, con sus flaquezas, dudas y miserias, es probablemente la primera gran decepción que uno se lleva en la vida. Quizás por eso a mis hijos siempre les he dejado claro lo torpe, débil, miedoso e idiota que soy, tratando de amortiguar dicho golpe. (En el comentario de la película "Buenos días", de Yasujirō Ozu).

"Mottola pasa de los planos fijos del interior del coche a ponerse la cámara al hombro para seguir a los protagonistas y atraparlos en un beso que representa al mismo tiempo el mejor momento de tu existencia, el mejor recuerdo de tu pasado y, cuando haya pasado el tiempo necesario, el instante más delicadamente triste de tu vida. (En el comentario de la película "Adventureland", de Greg Mottola).

A mí siempre me ha costado mucho creer en Dios, pero no me ha costado nada creer en John Carpenter. (En el comentario de la película "La cosa", de John Carpenter).

Tener veinte años es la hostia: es el momento exacto en el que se equilibran las ganas de hacer cosas con tener el tiempo necesario para hacerlas. (En el comentario de la película "El hombre de la cámara", de Dziga Vértov).

No hay nada más bonito (ni más propio de la nouvelle vague) que ver a alguien moverse, en coche o a pie, por las calles de París mientras suena la música de Michel Legrand. (En el comentario de la película "Cleo de 5 a 7", de Agnès Varda).

El 3 de noviembre de 1981 se encontró en su apartamento de París el cadáver del director francés Jean Eustache. Se había disparado en el corazón pocos días antes de cumplir cuarenta y tres años. En la puerta había dejado una nota: «Llame fuerte, como para despertar a un muerto». En su película La mamá y la puta, donde los parisinos de los años setenta hacen de la tertulia (en cafés, en camas, en coches) una necesidad, el protagonista suelta en un espasmo: «Yo no me tomo el suicidio en serio. Ni más ni menos que la muerte». (En el comentario de la película "La mamá y la puta", de Jean Eustache).

El señor Chow (Tony Leung) y la señora Chan (Maggie Cheung) se quieren tanto que no se atreven ni a tocarse. Su amor empezó como un juego triste y ahora es tan delicado, tan íntimo y tan absoluto que la sola idea de poder cristalizarlo en otra cosa les aterra total y terriblemente. Amar y no ser amado es horrible, pero aún es peor amar, que te amen y, sin embargo, no poder hacer nada con ello salvo, quizás, sufrir con elegancia y en silencio mientras miras cómo va desapareciendo. (En el comentario de la película "In the mood for love", de Wong Kar-Wai).

Aunque no dejemos de reír mientras la vemos, "Annie Hall" es una película tremendamente triste: porque incluso con toda la metaficción vertida por Allen, transpira una verdad sobre las relaciones humanas en la que es imposible no verse reflejado. El amor empieza, el amor se termina. Y luego no hay nada más. (En el comentario de la película "Annie Hall", de Woody Allen).

Kaurismäki crea comedia allí donde solo hay un drama abisal, ya que, según su particular filosofía existencial, hay que reírse de la vida porque la vida no se merece otra respuesta que no sea una gran carcajada. (En el comentario de la película "Nubes pasajeras, de Aki Kaurismäki).

Adoro 'Los puentes de Madison', pero solo puedo verla una vez cada cinco años porque la tristeza que me deja en el cuerpo es algo insoportable. Porque me recuerda que, si tenemos suerte, viviremos muchos años, pero que, si tenemos mucha suerte, igual tendremos cuatro días —solo cuatro días— que serán los mejores de nuestra vida. (En el comentario de la película "Los puentes de Madison", de Clint Eastwood).

Cuando tienes veinte años, piensas que cuando tengas cuarenta todo irá mucho mejor porque tu generación —culta, sensible, empática— estará al mando de la situación, y que cuando tengas sesenta podrás vivir tranquilo de una maldita vez. Pero no es así. No es así ni de coña. (En el comentario de la película "S21: La máquina roja de matar", de Rithy Panh).

Fue palma de oro en Cannes en 1961 para escándalo de la dictadura franquista, el Vaticano y, en general, las gentes de bien que tanto se esfuerzan siempre en que el mundo vaya lo peor posible. (En el comentario de la película "Viridiana", de Luis Buñuel).

Un buen cineasta con un buen guion te puede hacer una buena película. Pero un gran cineasta no necesita ningún tipo de guion para hacer una obra maestra. (En el comentario de la película "Doble cuerpo", de Brian De Palma).

Regresar a una película admirada en nuestra infancia no es tanto un acto nostálgico destinado a pulir el recuerdo de la cinta en sí, erosionado por el paso del tiempo, sino una forma de volver a encontrarnos con nosotros mismos, de recordar lo que una vez fuimos. Una metáfora audaz que viene a decir que no éramos nosotros los que veíamos la película, sino la película la que nos veía a nosotros. (En el comentario de la película "Los contrabandistas de Moonfleet", de Fritz Lang).

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