8/11/23
Las heridas de la infancia son el perfecto germen para las crisis de la mediana edad. (En el comentario de la película "El árbol de la vida", de Terrence Malick).
Es increíble que cuarenta
años después mi vida siga dando vueltas alrededor de lo mismo: películas,
libros, cómics, discos. (En el comentario de la película "Las doce pruebas de Astérix", de René Goscinny, Albert Uderzo y Henri Gruel).
Descubrir que tus padres no son superhéroes,
sino gente normal y corriente, con sus flaquezas, dudas y miserias, es
probablemente la primera gran decepción que uno se lleva en la vida.
Quizás por eso a mis hijos siempre les he dejado claro lo torpe, débil,
miedoso e idiota que soy, tratando de amortiguar dicho golpe. (En el comentario de la película "Buenos días", de Yasujirō Ozu).
"Mottola pasa de los planos fijos del
interior del coche a ponerse la cámara al hombro para seguir a los
protagonistas y atraparlos en un beso que representa al mismo tiempo el mejor momento de
tu existencia, el mejor recuerdo de tu pasado y, cuando haya pasado el
tiempo necesario, el instante más delicadamente triste de tu vida. (En el comentario de la película "Adventureland", de Greg Mottola).
A mí siempre me ha costado mucho creer en Dios, pero no me ha
costado nada creer en John Carpenter. (En el comentario de la película "La cosa", de John Carpenter).
Tener veinte años es la hostia: es el
momento exacto en el que se equilibran las ganas de hacer cosas con tener
el tiempo necesario para hacerlas. (En el comentario de la película "El hombre de la cámara", de Dziga Vértov).
No hay nada más bonito (ni
más propio de la nouvelle vague) que ver a alguien moverse, en coche o a
pie, por las calles de París mientras suena la música de Michel Legrand. (En el comentario de la película "Cleo de 5 a 7", de Agnès Varda).
El 3 de noviembre de 1981 se encontró en su apartamento de París el
cadáver del director francés Jean Eustache. Se había disparado en el
corazón pocos días antes de cumplir cuarenta y tres años. En la puerta había
dejado una nota: «Llame fuerte, como para despertar a un muerto». En su
película La mamá y la puta, donde los parisinos de los años setenta hacen
de la tertulia (en cafés, en camas, en coches) una necesidad, el protagonista
suelta en un espasmo: «Yo no me tomo el suicidio en serio. Ni más ni
menos que la muerte». (En el comentario de la película "La mamá y la puta", de Jean Eustache).
El señor Chow (Tony Leung) y la señora Chan (Maggie Cheung) se
quieren tanto que no se atreven ni a tocarse. Su amor empezó como un
juego triste y ahora es tan delicado, tan íntimo y tan absoluto que la sola
idea de poder cristalizarlo en otra cosa les aterra total y terriblemente. Amar
y no ser amado es horrible, pero aún es peor amar, que te amen y, sin
embargo, no poder hacer nada con ello salvo, quizás, sufrir con elegancia y
en silencio mientras miras cómo va desapareciendo. (En el comentario de la película "In the mood for love", de Wong Kar-Wai).
Aunque no dejemos de reír
mientras la vemos, "Annie Hall" es una película tremendamente triste: porque
incluso con toda la metaficción vertida por Allen, transpira una verdad
sobre las relaciones humanas en la que es imposible no verse reflejado. El
amor empieza, el amor se termina. Y luego no hay nada más. (En el comentario de la película "Annie Hall", de Woody Allen).
Kaurismäki crea
comedia allí donde solo hay un drama abisal, ya que, según su particular
filosofía existencial, hay que reírse de la vida porque la vida no se merece
otra respuesta que no sea una gran carcajada. (En el comentario de la película "Nubes pasajeras, de Aki Kaurismäki).
Adoro 'Los puentes de Madison', pero solo puedo verla una vez cada
cinco años porque la tristeza que me deja en el cuerpo es algo insoportable.
Porque me recuerda que, si tenemos suerte, viviremos muchos años, pero
que, si tenemos mucha suerte, igual tendremos cuatro días —solo cuatro
días— que serán los mejores de nuestra vida. (En el comentario de la película "Los puentes de Madison", de Clint Eastwood).
Cuando tienes veinte años, piensas que
cuando tengas cuarenta todo irá mucho mejor porque tu generación —culta,
sensible, empática— estará al mando de la situación, y que cuando tengas
sesenta podrás vivir tranquilo de una maldita vez. Pero no es así. No es así
ni de coña. (En el comentario de la película "S21: La máquina roja de matar", de Rithy Panh).
Fue palma de oro en Cannes en 1961 para escándalo de la dictadura franquista, el Vaticano y, en
general, las gentes de bien que tanto se esfuerzan siempre en que el mundo
vaya lo peor posible. (En el comentario de la película "Viridiana", de Luis Buñuel).
Un buen cineasta con un
buen guion te puede hacer una buena película. Pero un gran cineasta no
necesita ningún tipo de guion para hacer una obra maestra. (En el comentario de la película "Doble cuerpo", de Brian De Palma).
Regresar a una película admirada en nuestra infancia no es tanto un acto
nostálgico destinado a pulir el recuerdo de la cinta en sí, erosionado por el
paso del tiempo, sino una forma de volver a encontrarnos con nosotros
mismos, de recordar lo que una vez fuimos. Una metáfora audaz que viene
a decir que no éramos nosotros los que veíamos la película, sino la película
la que nos veía a nosotros. (En el comentario de la película "Los contrabandistas de Moonfleet", de Fritz Lang).
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