6/1/24
- No sé si lo ves como yo, pero me he dado cuenta de que la atracción por la música, por unas músicas y no otras, es algo muy íntimo, como la atracción por una mujer y no por otra. Puedo discrepar con una mujer en todo: política, moral, moda, comida y bebida: nada importa mucho. Pero no la música. No puede haber una atracción profunda entre una mujer y yo si no nos gusta la misma música. Dirás que nos quisimos, pero entonces eras joven y podías cambiar. Y, de hecho, me dejaste.
- Sí, por un rockero, pero no por su música.
-Sí, aunque tú no lo sepas. Creo que no te habrías sentido atraída por él si no te hubiese atraído antes ese tipo de música.
- Qué va. Primero me atrajo físicamente. Rodrigo es muy guapo.
- Pero la música es algo muy físico. Hace que tu cuerpo reaccione y dirige tus movimientos.
- Sí, al bailar.
- Y al escucharla. Se adueña de tu cuerpo. Te atraviesa de los pies a la cabeza. Te cambia, te transforma.
Paul y Adélia, antiguos amantes, se encuentran regularmente para filosofar sobre su pasado como pareja, charlar sobre las nuevas aventuras amorosas de ella o discutir sobre música; Adélia adora el rock y Paul se desvive por la música clásica. A lo largo del año se verán siete veces. Encuentros, desencuentros y una melodía que va uniéndoles cada vez más. Jorge, un lunático director de cine, rueda en una luminosa casa costera una adaptación de 'El trío en mi bemol', la única obra de teatro que escribió Éric Rohmer. Una película que esconde otra.
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