Cocteau Twins

28/11/06

Más allá de todo

Para los que la música de de este trío les ha hecho alguna vez flotar sentimentalmente como si se vagara, feliz y desorientado, en un viaje interestelar por el espacio. Para los que se pueden imaginar fácilmente a sí mismos con las manos detrás de la cabeza sobrenadando por el éter mientras resuena desde más allá de los agujeros negros la voz de Liz Frazer y las cuerdas de Raymonde y Guthrie. Para ellos, desde más allá de todo, Cocteau Twins.

Es difícil hablar de una música tan conmovedora, tan íntima y tan perturbadora. Es mucho más fácil dejarse llevar y limitarse a conocer su biografía física, que comenzó cuando Robin Guthrie y Will Heggie, viejos amigos del colegio, contemplaron a Liz Frazer bailando en una discoteca en Grangemouth, lugar triste y gris ubicado entre Glasgow y Edimburgo. Los tres constituirían la primera formación de los Cocteau Twins, nombre proveniente de una canción de Simple Minds. Su futuro estaba en la excepcional y personalísima 4AD, cobijo extraordinario de algunas de las mejores bandas de los ochenta, cuyo patrón, Ivo Watts-Russell, tenía como meta empaparse y apoyar sólo a determinada música atemporal, fuera de modas y comparaciones: única. Y Cocteau Twins eran perfectos en este sentido. Su música enseguida sugirió adjetivos como hechizante, inolvidable o diáfana, a tenor de su primer trabajo de 1982, “Garlands”. Para entonces Heggie deja la banda y es sustituido por Simon Raymonde, configurándose así los Cocteau ‘de toda la vida’.

El trío no dejó de parir álbumes a ritmo de uno por año: “Head over heels”, “Treasure”, “The pink opaque”, “Victorialand”. Las obnubilantes cortinas de guitarras del grupo compartían protagonismo con la irrepetible e inimitable voz de Frazer, que además dejaba boquiabierto a todo el mundo con su interpretación personal y la utilización de palabras irreconocibles y frases improbables (títulos como “Cico buff” o “Frou frou mixes in midsummer fires”)que se abrazaban como en un torbellino a las guitarras de Robin.

Su primer Top 30 fue “Pearly dewdrops drops”, (todavía favorita, al parecer, de sus fans más antiguos) y por estas fechas tuvo lugar la grabación del clásico de Tim Buckley “Song to the siren” (de su proyecto paralelo This Mortal Coil) emocionantísima oda, que ayudaba a encasillarlos errónea y confusamente en la música siniestra. El ritmo frenético de creación se interrumpió en 1987, espacio que luego daría paso al período tardío de su carrera, donde habitan dos de sus discos auténticamente imperecederos y maravillosos: “Blue bell knoll” y “Heaven or Las Vegas”. Imposible no quedarse atrapado en sus espirales de belleza azul, en sus mares de sensaciones de magnificencia estratosférica. Quizá en este momento –y en el hijo que tuvieron Robin y Liz- tuvo lugar el punto de inflexión de la carrera de Cocteau Twins.

Después, su estrechísima relación con 4AD se tambaleó. La unión había sido muy fuerte y todas las partes se resintieron. El “sonido” 4AD ya no sería tal sin los Cocteau, y el grupo empezó a flaquear musicalmente: fue un duro golpe para todos. Dos álbumes más salpicaron su carrera, ya en el sello Fontana: “Four calendar café” y “Milk & kisses”, que cerraron el catálogo del grupo sin grandes alborozos.

Cocteau Twins es uno de esas contadas bandas para la que es imposible encontrar comparaciones y referencias. Su música es incomparable, como un paisaje galáctico o un desierto sin sol o un glaciar azul; una vista, unas canciones que no se pueden compartir. Fernando SoYoung, 2001
www.cocteautwins.org

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