14/6/07
Ismael Grasa: "Trescientos días de sol" (2007)
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Trescientos días de sol que algunos de sus personajes, si se descuidaran, podrían pasar a la sombra, pues van tentando a la criminalidad, al delito o, simplemente, a la falta, desde cualquier circunstancia anodina de esta vida: una charla, un paseo por el bosque, una boda… ¡Ay, las bodas!
Extrañeza de lo cotidiano, rutinas incómodas, convicciones largamente mantenidas y fácilmente contrariadas. Hermanos, novios, funcionarios, seres comunes haciendo ejercicios de equilibrismo familiar, sentimental, laboral. Algunos logran mantenerse en la cuerda floja; los más, quedan colgados de un solo pie. Sin red.
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Algo así le ocurre al protagonista de “No me gustan los psicólogos” en el día de su boda: “Saqué la navaja y entonces me vieron. Miré la cara de miedo de mi hermano mientras sostenía el arma. Ese gesto suyo me hizo sentir bien de repente. Guardé la navaja y volví a la fiesta”. O al personaje principal de “Un robo”, en otra boda: “Sólo la iniciativa de aquel ladrón que reventaba por su cuenta puertas de coche me parecía algo real”.
La lectura de "Trescientos días de sol" propende a un resquemor escocido similar al del contacto con la ortiga. Cuidado al pasar las páginas. x Asun No.
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