"Los exiliados románticos": cine de furgoneta Tocinillo de cine (38)

11/9/15

“Los ilusos, principio y final. La muerte del cine solo puede ser un principio, un punto de partida".
(Jonás Trueba, de “Las ilusiones”, Ed. Periférica, 2013)

¿Queda a estas alturas espacio para el cine? ¿Queda espacio para el cine fuera de las franquicias, de los centros comerciales? Seguramente, mientras queden románticos, locos, soñadores.

Mientras desaparecía el cine en 35 milímetros, las pantallas para ver cine eran cada vez más individuales. Pequeños teléfonos móviles, tabletas, cine en línea en la red. Pero esa mutación del cine siempre existió. Siempre cambió de forma, pero siempre surgió también la necesidad de contar historias, aunque sean la misma historia eternamente repetida.

No nos convirtamos en cínicos. El póster de "Los exiliados románticos", imagen de sueño perseguido, detenido, filmado, invitaba a detenerse en ese lago, imagen mítica de un viaje en el que el color de los bañadores de los protagonistas (azul-libertad, blanco-igualdad, rojo-fraternidad) me recordó al polaco Kieslowski y su viaje desde el cine polaco al cine francés. El lago Annecy, origen y destino de un guion posible, factible, era el del viaje del cine barato -libre- de los protagonistas de este historia, era el lugar de otro sueño, el de Rohmer y “La rodilla de Clara”. Aunque no estuviera presente en la cabeza de Trueba, racionalmente, quizá lo estaba en cuanto lugar del subconsciente.

El viaje romántico tiene parada, cómo no, en París, la ciudad de la luz, y en el parque de los vagabundos, Jardín de Luxemburgo: queda así detenido en el tiempo, posible, real. Una furgoneta que ojalá vuelva a aparecer en su cine, unos días de rodaje, la posibilidad del cine fuera del sistema, de lo impuesto como manera de rodar, de filmar, como manera de vivir. La matrícula, en una estupenda ilustración de Clara León, indica que esa furgoneta pertenece a los ilusos, a los que Jonás Trueba se refirió como jóvenes artistas que quieren dedicarse al cine, al teatro, a la pintura, a la música, pero no lo consiguen. Sobreviven, malviven, y a veces incluso, podrían confundirse con los inútiles de Fellini.

Los ilusos pueden verse como personajes de ficción, y esta vez, como exiliados románticos, viajeros a una Francia soñada, libre, igual, fraterna. Pudimos verlos en la mejor compañía, en vagabundos cines de verano, fugazmente, por un instante, al aire libre, sin techo. Ahora, en salas selectas, escasas, con techo, pero que existen, fuera del circuito comercial. x Sergio Casado

"Los exiliados románticos" se estrena hoy 11 de septiembre.
Ilustraciones e información en www.losexiliadosrománticos.com


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