Starflyer 59: la aristocracia perseverante

30/10/08

Starflyer 59 son una de esas bandas de largo recorrido y firme perseverancia, valores tan inusuales como importantes en el mundo de la música pop de hoy en día. Por eso, este grupo de Riverside, California, acaba de editar su, ahí es nada, undécimo álbum. Y no les ha importado si en todos estos años las críticas han sido buenas o malas, si han vendido mucho o poco, o si sus integrantes han ido yendo, viniendo y cambiando. Uno detrás de otro, han ido editando discos a piñón fijo. El único miembro permamente ha sido su fundador y compositor, Jason Martin, que ha hecho de Starflyer 59 un grupo sumamente interesante y, contemplando los derroteros por los que ha ido su discografía, también bastante difícil de clasificar con una sola etiqueta.

Sus comienzos siguieron la senda de cierto aroma shoegaze al estilo americano, con guitarras más pesadas que afiladas, en los álbumes “Silver” (94), “Gold” (95) y “Americana” (97), para ir derivando poco a poco a un sonido más suave de guitarras (“The Fashion Focus” (98))
e ir evolucionando paso a paso, disco a disco, hacia un pop más templado con mayor uso de teclados, cuerdas, y sobre todo melodías más fragantes. Así que sus álbumes no son precisamente copias unos de otros, y la prueba son los ya considerablemente buenos álbumes “Everybody Makes Mistakes” (99), “Leave Here A Stranger” (01) y “Old” (03), en donde el estilo de Starflyer 59 se asienta en un sonido brillante de pop cadencioso, con lujosas cuerdas y melodías de justo melodramatismo. En 2004, Jason Martin –cuyo única 'sospecha' radica en las habituales referencias que hace al Lord y a Jesus Christ en algunas canciones y créditos de sus discos- y su banda recuperan su viejo sonido de guitarras sucias y rock áspero en “I Am The Portuguese Blues”, pero será algo pasajero, puesto que con el fantástico “Talking Voice Vs. Singing Voice” vuelven con más fuerza a la senda de sus discos precedentes, con algunos nuevos detalles de sonido que nos llevan directamente al pop más cristalino y selecto de producción impecable que se hizo en la segunda mitad de los ochenta.

Es a partir de 2006 con el álbum “My Island” cuando definitivamente pasan de ser un buen grupo a un proyecto cautivador, donde las canciones tienen luz propia de las de bombillas de larga duración: Starflyer 59 ya no harán ninguna canción mediocre. Particularmente, a mí me cazaron cuando tras escuchar canciones de este álbum como "I Win", "The Frontman" o "Lifeguard" me hicieron recordar de la mejor manera posible, por su atmósfera elegante y la entonación de la voz de Martin, a aquellos fenomenales The Auteurs que allá por los noventa salpicaron de pop de clase superior y distinción máxima la saturada escena britpop del Reino Unido. Por supuesto, es algo totalmente subjetivo, puesto que seguramente Martin quizá ni conozca la existencia de aquella banda del singularísimo Luke Haines, pero tras “My Island” ya nadie puede negar el gran talento de Mr. Martin, que incluso cuando se pone a hacer melodías radiantes e inmediatas hasta se emparenta en ocasiones con los grandes Pernice Brothers (grandes también "Ideas For The Talented" y “It’s All Right Blondie”).

Como virtud extra de los californianos (que hoy forman, junto a Jason Martin, Trey Mani y Steven Dail), está el máximo cuidado y cariño que tienen con sus fans, como lo demuestra la edición de multitud de EP’s y singles de vinilo a lo largo de su carrera. De hecho, en 2007 editaron una box set –“Ghosts Of The Future”- con diez singles de vinilo, cuyas caras A luego irían incluidas en su siguiente álbum.

Trabajo que llega ahora en este 2008, como capítulo 11 de la serie Starflyer. Su título es “Dial M”, y aunque su portada es más bien fea, sus canciones pulen todas
las virtudes de todos sus discos anteriores y se asientan como magníficas continuadoras de “My Island”, convirtiéndose en una de las colecciones más inspiradas de toda su carrera. “Minor Keys”, con admiración por los Smiths (“like Johnny Marr I want my please, please, please"), es el fantástico primer golpe de efecto de este gran álbum, que mantiene la atención de forma mágica con “Who Said It’s Easy?” (nuevamente ensoñación auteur), con el sonido más electroenvolvente de “Taxi”, con el bajo y el violín de “Automatic” seduciendo de forma acompasada y aristrocrática, con el romanticismo melódico de “M23” (“I’ve been writing since I was twenty three”) y la sensibilidad final de “I Love You That The Little Bird” al ritmo de una encantadora guitarra y una letra reveladora (“Sometimes I feel so obsolete, because the kids want a faster heat”).

Un grupo para dedicarle tiempo y bucear en su vasta discografía: todo un tesoro volando por las estrellas.

"I Win"

"En la ciudad de Sylvia" Tocinillo de cine (7)

28/10/08

"Quizá es un fantasma esencialmente masculino vincular posibles destinos de la vida con alguna desconocida que vimos cruzar una esquina en algún momento de nuestra vida, y que va a gravitar como fantasma a lo largo de toda la vida" (José Luis Guerin).

Se podría decir que el protagonista de esta película viene incluido en el título de la misma, pero en contra lo que pueda parecer no es Sylvia, sino la ciudad. Concretamente la ciudad de Estrasburgo, de la que José Luis Guerin ofrece una visión personal (como ya hiciera con Barcelona en la fenomenal “En construcción”) que deslumbra gracias a la mano maestra con la que el director -y la fantástica fotografía de Natasha Braier- sabe enseñarnos sus recovecos, sus terrazas, sus tranvías, su tránsito constante de bicicletas o el abrumador dominio de las zonas peatonales. Una imagen de esta ciudad que invita a visitarla sin duda, sobre todo para aquellos que gusten de callejear y perderse por ciudades que le son extrañas, siempre en busca de novedades para ver y para vivir.

Y allí, a Estrasburgo, es a donde un joven vuelve un verano a intentar a encontrar a la chica de la que se enamoró seis años antes. Todo un homenaje a la inmadurez de ese hombre romántico que eleva un amor casi irreal a la categoría de sueño imposible al que dedicar todas sus fuerzas, quizá porque el amor imposible o idealizado es el que más se acerca a la perfección.

En el film queda claro el punto de vista masculino que se ofrece desde la dirección: la búsqueda se compone de un hilo argumental que sólo entiende de imágenes de belleza femenina, concretamente de esa belleza tan cool francesa que aquí se desboca de forma contenida y silenciosa a base de miradas esquivas, hombros al descubierto, cabellos al viento y sonrisas cómplices. Y Guerin consigue que, igual que puedes seguir detrás del chico por la senda de su exploración, puedes abandonarle y viajar por tu cuenta por las continuas secuencias con vida propia de la ciudad y sus gentes. En definitiva, una película especial, anómala y contemplativa, destinada al puro disfrute voyeur, un lujo extraño para estos tiempos de poco tiempo y mucha palabra altisonante y desafinada.

Director: José Luis Guerin; Año: 2007; Duración: 90 min. Guión: José Luis Guerín; Fotografía: Natasha Braier; Reparto: Pilar López de Ayala, Xavier Lafitte, Tanja Czichi, Laurence Cordier, Eric Dietrich, Charlotte Dupont. Coproducción España-Francia.
Antes de realizar "En la Ciudad de Sylvia", José Luís Guerin pasó gran cantidad de tiempo filmando y trabajando con una serie de apuntes que ahora ven la luz bajo el título de "Unas Fotos en la Ciudad de Sylvia". Esta película posee total independencia narrativa con respecto a la ya mencionada "En la Ciudad de Sylvia".

Horneando futuribles

25/10/08

Podrían ser la enésima banda que ha escaneado hasta la saciedad los parámetros que hicieron grandes a The Smiths. Podrían perderse en el espeso magma de no saber si donde termina la personalidad de sus maestros empieza la suya o se pierde por el camino. Podrían ser muchas cosas, pero lo que ya es un hecho es que el grupo danés Northern Portrait han fabricado dos EP’s que prometen lo que cualquiera de los avezados alumnos de Morrissey no consiguieron nunca en nombre del britpop.
Estos tres chicos de Copenhague se formaron como grupo en el verano de 2007, y este año han editado sus dos primeras grabaciones: “The Fallen Aristocracy” (marzo) y “Napoleon Sweetheart” (septiembre). Su seña de identidad son unas guitarras cristalinas iluminando cascadas de lirismo pop: canciones como “A Quiet Night In Copenhagen” (un hit inapelable), “The Fallen Aristocracy” o “I Give You Two Seconds To Entertain Me” hacen de esta banda una auténtica “charming band” en toda regla. Su futuro debut en largo, titulado “Criminal Art Lovers”, dictaminará el alcance de su hasta ahora, emocionante propuesta: ¿mimetismo o inspiración?

Y la misma pregunta habrá que hacerse en el futuro con Ringo Deathstarr, cuarteto de Austin, Texas, que seguro han achicharrado sus oídos una y otra vez con las canciones de The Jesus & Mary Chain. ¿Superarán su admiración, tan bien aplicada en su primer EP, por la banda de los Reid?. En cualquier caso, aunque les lluevan las acusaciones de excesiva contemplación ajena en sus canciones, minutos inmensos como los que componen “Starrsha” o “Sweet Girl” bien merecen que exista una banda como ésta. Sus estribillos provocan más y más hambre de guitarras sucias e incendiarias, de esas que abofetean cualquier estado de ánimo que no está en su sitio y lo elevan en el aire como hace un mago con su ayudante: sabemos que hay truco pero seguimos abriendo la boca, sorprendidos una vez más. Así que, hasta el regreso de Ceremony, la espera será más llevadera con Ringo Deathstarr y su noise pop de alto octanaje sónico a todo volumen. x Boletus

Cena romántica en el ascensor Encuentros (24)

22/10/08



El chico que repartía pizzas con moto propia entró en el deteriorado ascensor de puertas de madera y allí le recibió la sonrisa de una chica morena de dientes muy blancos, que le preguntó ¿a qué piso vas?. Al séptimo, contestó él, con el sabroso alimento caliente en la mano esparciendo su intenso olor a queso y pepperoni por el pequeño habitáculo, que comenzaba a moverse. Cómo huele, dijo ella. Sí, contestó él, y además a estas horas...–eran las 10 de la noche-.

Poco antes de alcanzar el quinto piso, planta cuyo botón ella había pulsado, el ascensor se paró, estropeado. Él apretó todos los botones posibles: el de parada, el del bajo, el de todos los pisos. Nada. No tuvo más remedio que pulsar el botón amarillo de la campana, pero nadie hizo caso. Finalmente llamaron con el móvil de ella al teléfono de 'Averías 24 h.' que figuraba en la placa que coronaba los botones. Un técnico les dijo que acudiría en cuanto le fuera posible, pero nunca antes de dos horas. Ambos jóvenes, lejos de desesperarse, se encogieron de hombros y ella dijo, bueno, por lo menos tenemos cena ¿no?.

Durante las dos horas no pararon de hablar, y él, un par de veces que la ocasión lo propició, estuvo a punto de proponerle quedar un día en mejores circunstancias, pero no reunió la confianza en sí mismo para hacerlo. Finalmente, a los dos horas, como les habían prometido, arreglaron el ascensor. Se dieron dos besos, y él sólo acertó a decir, a modo de despedida, si pides algún día pizza, te la traeré yo. Se sintió súbitamente ridículo. Apretó el botón de bajada y salió de allí con una mezcla de sentimientos que le cosquillearon el corazón durante unos pocos días.
x Lorién Sottonero

Moscow Olympics, señales transoceánicas

20/10/08

Son de: Filipinas.

Miembros del grupo: AJ, Dino, Jojo, Melanie y Richard.

Disco: "Cut The World" (2008), mini-álbum de debut.

Una curiosidad: Supuestamente el nombre del grupo proviene de una canción de Orange Juice, una cara B instrumental editada por el grupo escocés en 1980.

Algo que han dicho de ellos: "Como muestra, ese botón llamado "Ocean Sign", donde ritmos sacados de azoteas mancunianas se mezclan con guitarras distorsionadas y una melodía oscura de las que deja huella. Una canción con aire de clásico desde el lugar más antagónico imaginable para un sonido tan británico" (x Dreaming Of Birds That Are Blue)

Nombres con los que se les asocia: New Order, The Radio Dept., My Bloody Valentine, The Field Mice, Cocteau Twins, Galaxie 500, Sarah Records.

Moscow Olympics: "Cut The World" (Lavender Recordings).
Supongo que llega un punto en la vida en que, después de haber escuchado cientos de discos, tu gusto musical se puede dar por asentado, por muy ecléctico que superficialmente pueda haber sido o siga siendo. El fondo, las canciones a las que uno se agarra en momentos en que uno busca ese "algo más" en la música -en definitiva, el poso musical de tu vida-,
es el que está fuertemente arraigado en tu cerebro desde hace mucho tiempo, desde el tiempo en que la vida era todo futuro, poco presente y nada pasado, y la música marcaba un camino fascinante a seguir. Por eso cuando a estas alturas aparece un grupo como Moscow Olympics desde la otra parte del mundo removiendo los muros de tu infranqueable castillo sónico, el que te ha hecho más veces soñar despierto, es imposible no caer rendido a sus pies. Está claro qué es lo que han mamado estos filipinos: aquí está ese bajo de New Order que siempre nos hipnotizó (hasta que perdió la magia), están aquellas enmarañadas guitarras shoegaze que nos mareaban en las noches de insomnio, y está esa sensibilidad pop de los grupos que alimentaron la leyenda Sarah Records (The Field Mice, Blueboy, The Wake). Y está todo muy bien mezclado en el cajón desordenado del pupitre de estos sorprendentes alumnos aventajados del pop. Simplemente, "Cut The World" (como ya lo hiciera el sensacional single "Still"), breve y muy bueno, nos ha vuelto a hacer flotar como cuando teníamos veinte años, cuando todavía una canción tenía el poder de cambiar el curso de un día, de una semana, de una vida entera. x Fernando SoYoung

"Fleet Foxes" (Fleet Foxes) El Disconflicto

18/10/08

Necesitamos un disco así al año, un corredor contra corriente, un número 1 en disciplina libre. Lo fueron en su día Sigur Ros, Antony & The Johnsons, The Polyphonic Spree, Richard Hawley, Jens Lekman. Todos confeccionan pop atemporal saliéndose de estructuras tradicionales o de la corriente emergente en ese momento. Fleet Foxes conjugan las voces como nadie, y si la etiqueta minimal se pudiese aplicar al pop, ellos lo serían. Menos es más. Sus canciones prescinden de arreglos superfluos y epatan directamente en la parte de tu cabeza que reconoce nuevos sabores. x Simón Zico

El comienzo de "Heard Them Stirring" parece la sintonía de Don Quijote de dibujos animados. "Meadowlark" valdría para amenizar la hoguera de un campamento perroflauta. "Tiger Mountain Peasant Song" le iría de perlas al coro de una primera comunión. Y para aderezar las batallitas de juventud setentera de papá hippy a su hijo, nada mejor que "Blue Ridge Mountains" o "Quiet Houses". Otros iluminados del folk pop americano. Este "Fleet Foxes" suena tan apolillado y retroranciete que su olor a porro ha atontado a demasiada gente: la masa, cuando es unánime, nunca tiene razón. x A. Hurtado

Jönköping vs. Nacka

16/10/08

De Nacka, un suburbio de Estocolmo, son Those Dancing Days, una de las propuestas más efervescentes que han salido últimamente de ese país nórdico en el que los grupos salen de debajo de los baldosines. Aunque su nombre proceda de una canción de Led Zeppelin, estas cinco chicas están más cerca de los grupos femeninos de soul pop de los 60, aunque posiblemente no los hayan escuchado nunca. Those Dancing Days se muestran en su disco "In Our Space Hero Suits" contagiosas, inspiradas en ese pop optimista y adherente de estribillos burbujeantes y pegadizos, una total invitación al baile, a la sonrisa y a las ganas de vivir . Muchos lo han intentado y lo intentan, pero Those Dancing Days han sido galardonadas con el premio a la inspiración máxima, esa que aparece misteriosamente y no suele aguantar mucho tiempo en el mismo lugar. Y la prueba son casi cualquiera de los hits que pueblan este disco: "Actionman", "Falling In Fall", "Kitten", "Run Run". El ingrediente que les hace definitivamente una apuesta irresistible es el tentador encanto de Linnea Jönsson, la cantante del grupo, con una imagen y una voz diseñadas para ser adorada. Que disfruten ellas y nosotros el momento, por lo que puedan durar.

Por otro lado tenemos a la banda de Jönköping, I'm From Barcelona, el grupo sueco de los treinta miembros (¿hay tantos instrumentos para tocar?). Nos sorprendieron hace dos años con su primer disco "Let Me Introduce My Friends", plagado de música pop inmediata, directa y de ingenuidad encantadora, y ahora acaban de publicar "Who Killed Harry Houdini?", en el que nos presentan más serios, más formales, con unas canciones más trabajadas pero con mucha menos frescura que las antiguas, es como si hubieran querido crecer musicalmente y lo hubiesen conseguido a base de haber perdido ese toque de candor popero que nos enganchó con el disco anterior. A pesar de contener bonitas canciones como "Headphones" o "Paper Planes", en "Houdini" (la canción) no parecen ellos, parecen Weezer, en "Music Kill Me" el coro no funciona y en "Rufus" y "Gunhill" se han hecho mayores. No sé quién mataría a Houdini, pero I'm From Barcelona han hecho de escapistas de sí mismos, de ese estilo que les hizo ser una de las sorpresas de los últimos años en el escaparate del pop. A ver si va a ser verdad eso de que el segundo disco de una banda es el más comprometido de todos (sobre todo si el primero es muy bueno). x Laminé Román

Those Dancing Days: "Run Run" /// I'm From Barcelona: "Paper Planes"

Russian Red Papá o Mamá (31)

13/10/08

“I love your glasses” ha conseguido despertar el interés de una nación sumida en la ausencia de nuevas voces y sometida a las reapariciones oportunistas de bandas del pasado. Todo esto mientras todos oímos campanas y no sabemos por quién doblan. Lourdes posee una voz que mantiene al oyente expectante en cada una de sus canciones. Los arreglos ayudan a que cada composición tenga vida propia, sin hundirnos en el monocorde depresivo que tanto prolifera. Decir nombres para situar al oyente sería caer en el tópico que no le gusta. Nos gustan tus gafas, nos gustan tus canciones.

1. Nick Drake, Pj Harvey o Patti Smith.
Nick Drake.

2. Bocata de jamón, kebab o gambas a la plancha.
Gambas a la plancha con una pizca de ajito.

3. Playa, montaña, o festival.
Playa, playa y playa.

4. Nacho Vegas, Anari, o Depedro.
Depedro.

5. La prensa musical es necesaria para: conocer estilismo de los grupos, enterarse de bandas que tocan en otras ciudades, tomar nota para la lista de la compra.
Ais...no leo prensa musical.

6. Cocktail, whisky o Mahou.
Cocktail, con muuuucho azúcar.

7. En el futuro que os gustaría más: un álbum recopilatorio con inéditos, un tributo por otras bandas o un live en “Las Ventas”.
Uno de versiones, desde luego.

8. Los políticos españoles: están por llegar, se confunden con los especuladores económicos o trafican con las ilusiones de sus votantes.
Todo eso y más.

9. Hacemos música para: visitar otras ciudades con hotel y cena pagada, para dar envidia a nuestros compañeros de instituto o para alargar el síndrome Peter Pan.
¿Hotel y cena pagada?

10. Qué tópico duele más: jóvenes promesas, se parecen a, o sus canciones son joyas del pop.
Se parecen a, porque nunca aciertan. x Simón Zico

http://www.myspace.com/russianready

The Rosebuds, culto al surco

10/10/08

Escuchar el nuevo disco de los Rosebuds me ha traído a la memoria los tiempos en que comprabas un disco y lo escuchabas hasta la saciedad, hasta tener que grabarlo en una cinta para no seguir machacando los surcos del vinilo. Sí, tan lejos me ha “retrollevado” de viaje “Life Like”, y por dos motivos fundamentales: 1- Que el disco es sencillamente fantástico, y 2- que su sonido encajaría perfectamente en un disco grande grabado en los tiempos (los 80) en que estos discos eran auténticos juguetes de culto para cualquier melómano.

The Rosebuds, grupo formado por Ivan Howard y Kelly Crisp, son uno de esos grupos que no se pueden encasillar fácilmente, pues tienen la virtud de no repetirse disco tras disco, de no usar la misma fórmula de canción. En su anterior “Night Of The Furies” encubrieron su sonido con una pátina synth pop que era nueva para ellos (y para nosotros), y en “Life Like” (su cuarto álbum) retornan al pop de guitarras con el que comenzaron su andadura musical, concretamente a un sonido que bebe tanto del pop de finales de los 80 como a bandas con querencia dreampop de primeros de los 90 (principalmente de bandas del catálogo 4AD como Lush, Throwing Muses o Belly).

33 escasos minutos son suficientes para demostrar que el talento Rosebud ha llegado a su máxima expresión: en ocasiones es, por ejemplo, como coger las mejores virtudes de The Go-Betweens y mezclarlas con las de The National, y ése y otros cócteles con los mejores ingredientes hacen que en todo el disco sobrevuele un halo romántico que marea y entusiasma a partes iguales ("If you don't love me now/ I'll die from inside out" cantan en “Another way in”).

Son 10 canciones mágicas que están repletas de sonidos etéreos flotando sobre las guitarras más elegantes que se han podido escuchar en mucho tiempo. Las colaboraciones de Matthew McCaughan, de Portastatic, y de Justin Vernon, de Bon Iver, resaltan un contenido de calidad superior. El comienzo del disco aturde: “Life Like” tiene un sonido de poderoso hipnotismo; y el final, como es costumbre en ellos (lo fue también en “Night Of The Furies”), es de una clase supina: “In The Backyard” no cansa ni vuelta del revés, es el último beso a un amor que se resiste a la extinción.
Y entre medio de ambas, un racimo de canciones llamadas a subsistir en la memoria: “Cape Fear” (el sueño nocturno de Miki Berenyi y Emma Anderson), la poética melodía de “Border Guards” (el sueño cósmico de Grant McLennan), la contagiosa euforia de “Bow To The Middle”, la delicadeza preciosista de “Nice Fox”, la perfección pop de “Another Way In”, el balanceo sentimental de “Black Hole”: todo el ensamblaje musical rueda como una pieza sin fisuras por el circuito de la emoción.

Es verdad que The Rosebuds ya eran una de las debilidades de Soyuz antes de sacar este disco, sin ir más lejos el año pasado su "Night Of The Furies" estuvo entre los discos más escuchados de la temporada -lo que no fue impedimento para que tuviera su disconflicto particular-. Pero este año la duda se ha despejado: “Life Like” es un gran disco que no se agota ni en la tristeza ni en la alegría, ni en la mañana ni en la noche: The Rosebuds se han merecido un hueco entre los más grandes arquitectos actuales de la música pop.
x Fernando SoYoung

Lejía Encuentros (23)

7/10/08

[Nombre de la empresa]
[Calle]
[Ciudad, Estado/Provincia, Zip/Código postal]
[lejía][Cansado de la moda]Para su publicación inmediata HORA \@ "d' de 'MMMM' de 'aaaa" 19 de febrero de 2008 Contacto: Casto García
Casto Alta Costtura
610-456-789



[Zaragoza] (Un día después de que la prensa nacional se haya hecho eco de mi acto terrorista, aquí tienen la exclusiva de la causa de los acontecimientos, aunque primero una corrección biográfica a todas esas arpías que han pasado toda su vida descalificando la mía: ni mi padre me forzaba de pequeño, ni soy homosexual o mariquita).

El día 1 de septiembre a las 8 de la mañana me desperté, y como llevaba meses planeando, me duché y comprobé mientras tanto todos los mecanismos de la metralleta. Nada fallaba, funcionaba como lo que era, un arma de diseño y alta tecnología. Desayuné y besé a mi esposa (por supuesto que estoy casado, imbéciles, y con dos hijos, el pequeño fue quien me recomendó este modelo de metralleta), preguntó que a dónde iba con la escopeta del peque, y con sorna le dije que a cobrar los retrasos de las tiendas de moda. Sonrisa y otro beso con expresión de este marido es un guasón.

Puede que mi vida o cómo comenzó todo aquel día no les interese, pero a la policía sí. Y puesto que no voy a hablar, por lo menos que lean por una vez en su vida. ¡Que el Cuerpo tiene los ojos para ver y leer de vez en cuando!.

No soporto los retrasos, y todas aquellas tiendas del centro de la ciudad me debían millones, de esta forma si no cobraba, ellos no venderían el género, y tampoco les suministraría más, y desde dentro de la cárcel aprovecharía para cursar una carrera o aprendería a tatuar .

En la Calle Zurita tenía dos clientes. Sonrisas como pianos me recibieron, dos golpecitos en la cabeza les di a aquellas jóvenes anoréxicas, nada dentro de la testa, hermosuras. Otra vez me devuelven una carcajada, y la frase qué gracioso es usted Maestro Casto. Hablé con su jefe, también me recibió con una sonrisa aun más grande, así ríen los que van a morir, le dije. Otro que me sale con la palabrita guasón, y que dónde voy con una escopeta de plástico. Vengo a cobrar hijo de puta cocainómano, follaniñas. Su cara cambió, y adoptó el tratamiento de usted. Lamentaba que las vacaciones estivales me hubieran sentado mal, lamentaba que mi mujer se fundiera toda la pasta en el bingo y en el casino, y lamentaba que mis diseños se vendiesen más en el extranjero que en mi ciudad natal.

Pero queridos lectores, él sí que lamentó. Le apunté al corazón y le disparé a quemarropa. La ropa palideció y su traje de muchos ceros tornóse en otro de muchos círculos amarillos de lejía. Acto seguido salí a la tienda y amenacé con hacer lo mismo con todas las prendas expuestas de la colección de otoño si no me daban todo el dinero de la caja. La niña de sonrisa de piano estaba histérica, gritaba que no la matase, y algo de un viaje a Londres con su novio para Navidades. Por supuesto que irás a Londres, tontita, pero dile a tu jefe que te abra ésta y la otra caja. ¡Síii....!, la fuerte, y no te insulto, que te llamo así porque te quiero.

La bolsa de la tienda contenía todo el dinero, una buena recaudación para estar de rebajas y ser tan llorón. Me fui a la droguería más cercana, necesitaba lejía, la limpieza de deudas anterior me había agotado toda la munición. Debía ser rápido, sé que ‘Sonrisa de piano’ y ‘Traje de muchos ceros’ correrían la voz a todos los comerciantes que me compraban, e incluso a la policía.

De esta forma mi segunda deuda no pudo ser cobrada, no sospeché de la dependienta, pese a ser madurita, incluso le pregunté si era nueva. Me contestó que estaba en prácticas, para que la empresa pudiera cobrar las subvenciones de mujeres mayores de 45. Todo encajaba y no podía sospechar que el segundo moroso con lo ruin que era, hubiese cambiado su dependienta por una agente de policía.

No me gusta trabajar, y no me gusta no cobrar, no me gusta que el mundo de la moda diga que hace soñar, a mí me quitó el sueño.
x Enrique Valero

2

5/10/08

2 años de Soyuz. Gracias a todos

In two more years, my sweetheart, we will see another view...

Otro ejercicio impecable

4/10/08

The Posies (playing "Frosting On The Beater")
Oasis Club, Zaragoza
3 de octubre

Unos viejos conocidos a los que siempre gusta ver de nuevo, The Posies, nos redactaban un ejercicio de nostalgia volviendo a recordar íntegramente su mejor disco, el gran "Frosting On The Beater" (1993). Y los encontramos, musicalmente, bien, y personalmente, de forma dispar: Jon Auer sigue y sigue aumentando su masa corporal y está llegando a un punto exagerado, mientras un carismático -y desbocado en escena, como siempre- Ken Stringfellow ve pasar los años delante de él en plena forma como si nada.

El comienzo del concierto (como el del disco, siguieron el orden) es una bomba de relojería: "Dream All Day", "Solar Sister" y "Flavor Of The Month" justifican cualquier reunión, aunque al ser las primeras del repertorio se vieron lastradas por un horripilante sonido, que luego mejoró algo. Inmediatamente me vino a la cabeza aquel concierto (batallita al canto) de 1993 en la Sala En Bruto, en donde unos Teenage Fanclub en plena ebullición y unos Posies en su punto más alto ofrecían uno de esos conciertos en los que la memoria se niega una y otra vez a pasar la página: qué gran noche la de aquel lejano noviembre zaragozano.

"Frosting On The Beater" fue un fantástico disco, y si no llegó a obra maestra fue porque esos tres primeros singles eran tan magníficos que dejaban en paños menores a otras muy buenas canciones como "Love Letter Boxes", "Earlier Than Expected" o "Definite Door". Ocurrió igual ayer en su directo, en el que una vez finiquitado el motivo de la reunión, los de Seattle picotearon también por "Amazing Disgrace" (96) con la impresionante "Please Return It" a la cabeza.

En definitiva, fue bonito volver a escuchar estas canciones nada menos que 15 años después de su creación. La pareja Auer/Stringfellow mantiene la magia, quién sabe si para volver a componer grandes canciones de nuevo. De momento sus tiempos mejores sobreviven en el pasado, como lo demuestra el hecho de que Stringfellow tocara un buen rato con una cuerda rota
en su guitarra sin sustituirla, o que después de la última nota tuviera que salir corriendo él mismo al puesto de compra de discos a ofrecer toda su producción musical.

Previamente al ejercicio de nostalgia, actuaron Backyard Babies, de los que me llevé de recuerdo...una púa que aterrizó en la mano que sujetaba mi vaso de cerveza. x Rubén Aliaga

Jack Miradas al pasado (10)

1/10/08

Jack
Ese oscuro objeto de deseo

Lo que intrigaba y a la vez fascinaba de la música del grupo galés Jack era esa doble personalidad de perverso Jekyll y sedoso Hyde que inundaba sus obras. Por una parte, su lado melancólico, ése que se ahoga en alcohol y sabe a pétalo marchito y a poesía sin afeitar, a esmóquin raído y a tormenta sentimental; por otra, un vigor inusitado de furia cinematográfica y pasión urbana, de ambición vital y sofisticación encendida con bombillas de melodrama y electricidad. Todo ello aderezado musicalmente con cuerdas, crescendos y sacos de vis épica.

Jack nacen en Cardiff en 1992, cuando Anthony Reynolds (voz, letras) y Matthew Scott (guitarra, música) deciden unir sus ideas y sus demonios en pos de un proyecto musical que se vería completado tras su decisiva marcha a Londres con George Wright (teclados), Colin Williams (bajo), Richard Adderley (guitarra), Patrick Pulzer (batería) y Audrey Morse (violín). Su presentación en noviembre del 95 se produjo de puntillas pero arrollando: toda la pequeña tirada de su primer single “Kid Stardust”/“I Didn’t Mean It, Marie” era arrasada en pocos días.

Su primer elepé no tardaría en llegar, pero para deleitar y despistar al paladar tres singles le precedieron: “Wintercomesummer”, “White Jazz” y “Biography Of A First Son” prepararon una parte del terreno para que el 24 de junio de 1996 “Pioneer Soundtracks” (publicado por el imprescindible sello Too Pure, cuna de grupos como Moonshake, P.J. Harvey o Stereolab)
se convirtiera en uno de los discos más emocionantes de ese año. Y con él nos enfrentamos a las directrices de claroscuro antes descritas. Comentado por ellos mismos, las cuatro primeras canciones (los tres singles más “...Of Lights”) ejemplifican el sentimiento de inquietud de lanzarse al vacío que te invade cuando te preparas para salir un viernes por la noche -“Too drunk to kiss straight, but drunk enough to make a mistake” dicen en “Biography Of A First Son”-, y las cinco siguientes (aquí entran “Filthy Names”, “F.U.” o “Dress You In The Mourning”) la sensación de miseria y derrota al dar por concluido el sábado noche. Así eran Jack: blanco y negro, norte y sur, y emoción por todos lados.

La portada de su debut es curiosa, y muestra a George Wright vestido de torero, demostrando la conocida debilidad de Jack por lo español, en concreto por la figura de El Cordobés. “Me encantó vestirme así. No me quería quitar el traje. Incluso quería ir a los clubs vestido de ese modo”. Y más datos orientativos, la producción corrió a cargo de Peter Walsh, que había trabajado en los últimos trabajos de... Scott Walker. Walker era, junto a Tindersticks y Gallon Drunk, el triángulo que alimentó la creación de Jack en el plano musical. Pero hay más. Anthony Reynolds (inventor de la parte literaria del grupo) se declaraba fan de, entre otros, John Fante, Bukowski y Henry Miller: más leña caída para el fuego Jack.

Y así continuaron haciéndose sentir todas estas referencias en su segundo trabajo, titulado “The Jazz Age” (1998), un disco donde volverían a repartir sus dos caras esta vez revueltas y revolcadas: la elegancia de crooner que respira “3 O’Clock In The Morning” (“3 de la madrugada / camino de nuevo por estas calles / es como si hubiera caminado por ellas siempre / en un sueño sin principio ni final”), la suntuosidad turbadora de “Nico’s Children”, el escalofrío pop trepidante de “Love And Death In The Afternoon”, el melodrama desbocado de “Half Cut, Wholly Yours”, el Bowie más superficial en “Pablo”, el amor en las nubes -blancas y negras- con “My World Versus Your World” (“Mata el tiempo conmigo / como en este sábado / y como en los días festivos / solos tú y yo”), la amargura en esplendor de “Saturday’s Plan”, la euforia de etiqueta de “Cinematic” (“Compremos vino barato / y corramos por calles tranquilas / tú eres Cleopatra y yo Marco Antonio”), e incluso se permiten inocular un “Steamin’” (“Incluso el cielo parecía poesía / conmigo debajo de ti y tú encima de mí / la mañana es un rumor espeluznante / y la botella está casi vacía”) en el espinazo medio muerto del britpop.

Sin duda fue el mejor momento de Jack, que habían ganado en aplomo, en la voz, en las melodías y en las tristezas, los mejores Jack de habitaciones llenas de humo, vino derramado y sexo desesperado, de atmósferas pensativas que acaban por escupir lluvias de lágrimas de llanto y risa. Ellos querían ser famosos y ganar dinero y querían ser considerados como una banda más pop que atormentada, quizá porque eran conscientes de que eran perfectos en esos complementarios dos mundos.

Pero "The Jazz Age" fue el punto más alto de una carrera que continuó con un single de vinilo para Elefant Records ("Enamórate de mí otra vez/Cinemático") un mini-cd para Acuarela ("La Belle et La Discotheque" (2000) y su último álbum en 2002, "The End Of The Way It's Always Been". La última referencia de Jack salió a la luz el pasado año con un disco doble del 10º aniversario de "Pioneer Soundtracks".

El talento de Anthony Reynolds se desdobló, después y durante Jack, en Jacques, un fantástico proyecto ultrarromántico apoyado fuertemente por Nicholas Currie, Momus, y que dio para dos elepés y un buen puñado de Ep's. Con su propio nombre, además, no ha dejado de publicar música, compaginándolo con su activa y nunca olvidada faceta de escritor... x Fernando SoYoung

"Biography Of A First Son"