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[lejía][Cansado de la moda]Para su publicación inmediata HORA \@ "d' de 'MMMM' de 'aaaa" 19 de febrero de 2008 Contacto: Casto García
Casto Alta Costtura
610-456-789

En la Calle Zurita tenía dos clientes. Sonrisas como pianos me recibieron, dos golpecitos en la cabeza les di a aquellas jóvenes anoréxicas, nada dentro de la testa, hermosuras. Otra vez me devuelven una carcajada, y la frase qué gracioso es usted Maestro Casto. Hablé con su jefe, también me recibió con una sonrisa aun más grande, así ríen los que van a morir, le dije. Otro que me sale con la palabrita guasón, y que dónde voy con una escopeta de plástico. Vengo a cobrar hijo de puta cocainómano, follaniñas. Su cara cambió, y adoptó el tratamiento de usted. Lamentaba que las vacaciones estivales me hubieran sentado mal, lamentaba que mi mujer se fundiera toda la pasta en el bingo y en el casino, y lamentaba que mis diseños se vendiesen más en el extranjero que en mi ciudad natal.
Pero queridos lectores, él sí que lamentó. Le apunté al corazón y le disparé a quemarropa. La ropa palideció y su traje de muchos ceros tornóse en otro de muchos círculos amarillos de lejía. Acto seguido salí a la tienda y amenacé con hacer lo mismo con todas las prendas expuestas de la colección de otoño si no me daban todo el dinero de la caja. La niña de sonrisa de piano estaba histérica, gritaba que no la matase, y algo de un viaje a Londres con su novio para Navidades. Por supuesto que irás a Londres, tontita, pero dile a tu jefe que te abra ésta y la otra caja. ¡Síii....!, la fuerte, y no te insulto, que te llamo así porque te quiero.
La bolsa de la tienda contenía todo el dinero, una buena recaudación para estar de rebajas y ser tan llorón. Me fui a la droguería más cercana, necesitaba lejía, la limpieza de deudas anterior me había agotado toda la munición. Debía ser rápido, sé que ‘Sonrisa de piano’ y ‘Traje de muchos ceros’ correrían la voz a todos los comerciantes que me compraban, e incluso a la policía.
De esta forma mi segunda deuda no pudo ser cobrada, no sospeché de la dependienta, pese a ser madurita, incluso le pregunté si era nueva. Me contestó que estaba en prácticas, para que la empresa pudiera cobrar las subvenciones de mujeres mayores de 45. Todo encajaba y no podía sospechar que el segundo moroso con lo ruin que era, hubiese cambiado su dependienta por una agente de policía.
No me gusta trabajar, y no me gusta no cobrar, no me gusta que el mundo de la moda diga que hace soñar, a mí me quitó el sueño. x Enrique Valero